Extra 05.
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Séptimo mes.
Mantas, almohadones, sábanas, edredones y cualquier cosa que fuera a necesitar Jimin, él creía que un carrito de compras no sería suficiente.
Hace apenas unos días que su alfa lo sorprendió de la mejor forma.
Había despertado cuando escuchó suaves murmuros que le cosquilleaban la piel. Se encontró a Jungkook muy entretenido hablándole a su vientre mientras trazaba diferentes patrones imaginarios sobre la piel.
Desayunaron juntos y después el pelinegro le pidió que se vistiera porque saldrían a un lugar.
Ojos vendados y manos temblorosas que terminaron convirtiéndose en lágrimas de felicidad y besos desesperados al observar la casa que su alfa había comprado para ellos dos.
La mudanza comenzó de inmediato, principalmente porque Jimin cursaba el séptimo mes y eso quería decir que no faltaba demasiado tiempo para tener a su hija en lo brazos. Ellos querían asegurarse que tuviera un espacio para ella. Una habitación con todo lo que la bebé pudiera necesitar.
Así que comenzaron a empacar y cargaron un camión de mudanzas entero. Los muebles que Jimin tenía en su departamento fueron movidos hasta la nueva casa y la sala de estar estaba repleta de cajas y cajas de cartón que descansaban apiladas.
Justo ahora estaban de compras en una tienda de interiores para comprar lo que hiciera falta.
Jungkook había tenido una idea la noche anterior, así que había convencido a Jimin de salir para buscar cosas para su nuevo hogar. El omega se había perdido en la tienda, mientras que Jungkook se apresuraba para tomar todo lo que necesitaría.
Palmeó las almohadas y acarició las mantas, asegurándose de que fueran lo suficientemente cómodas.
Estaba tan inmerso buscando, que no se percató del omega que se acercaba hasta que reconoció su aroma en medio de toda la tienda.
Él reconocería a su omega donde fuera.
Jimin llegó cargando unas lámparas no muy grandes. El alfa se apresuró a tomarlas, colocó las cajas en el carrito.
—¿Por qué no pediste mi ayuda? Sabes que no me gusta que te esfuerces mucho últimamente.
—Pido tu ayuda cuando la necesito, Jungkook —respondió sencillo—. Ahora no la necesitaba porque podía llevar las dos lámparas, pero gracias por preocuparte, alfa. Te amo.
—Te amo —el mayor besó su pómulo marcado y fue entonces que Jimin miró dentro del carrito.
—¿No crees que son muchas sábanas? Las que tenemos son suficientes.
Jungkook negó con su cabeza.
—Dejarán de ser suficientes con la llegada del invierno y nuestra hija, así que me aseguro de que tengamos todo lo necesario.
En parte, eso no era mentira. Es verdad que mantendría a su familia a una buena temperatura en invierno, pero también tenía algo preparado para su omega en estado, aún no tenía que saberlo.
Ellos terminaron llenando dos carritos. Ambos se apresuraron para ir a pagar cuando el omega se quejó que sus pies comenzaban a dolerle. Jungkook acariciaba su espalda baja.
Jimin se apartó de él para empezar a sacar todas las cosas que llevaban. El omega estaba tan adolorido y concentrado que no se dio cuenta que tenía la mirada puesta de un alfa sobre su cuerpo.
Y no era Jungkook.
El alfa encargado de atenderlos aceptaba las cosas que Jimin le tendía para que las marcara en la cuenta. Y el ojiverde se había dado cuenta de la mirada lasciva que aquel extraño le estaba dedicando a su omega.
—¿Es todo lo que vas a llevar, lindo? —preguntó el alfa desconocido. Tenía el cabello largo de color negro y los ojos de un tono azul oscuro.
El menor asintió sin prestar mucha atención.
Jimin mantenía su cuerpo hermoso y curveado, a pesar de llevar a su bebé, seguía conservando su linda figura de omega. Lucía perfecto, como cualquier otro día, pantalones sueltos que no le apretaran el vientre y una sudadera de color negro que disimulaba su panza de embarazo.
El alfa de Jungkook se enfureció al notar como otro trataba de coquetearle a su pareja, su omega marcado y en estado. Su lobo gruñó enojado, él también lo hizo.
Jimin lo miró de inmediato, notando como Jungkook parecía arder en furia. Se acercó a él, tratando de tomar su rostro entre sus manos, pero su aroma apestando a enojo lo hizo retroceder y fruncir la nariz.
—Kook... ¿qué sucede? —preguntó preocupado.
Su omega se encogió en su interior.
El alfa no respondió, sin embargo, se plantó delante del trabajador y escondió a su Jimin detrás de él.
—¿Te gusta estar viendo los omegas enlazados de otros alfas, eh? —gruñó molesto—. ¿Quién te crees que eres para recorrer el cuerpo de mi pareja con tus asquerosos ojos?
El pelinegro no se inmutó. Tan solo sonrió de lado y ladeó su cabeza para mirar al ojimiel que los observaba sin entender.
—Oye, amigo, contrólate —levantó sus manos, divertido—. No es mi culpa que la vista por aquí sea tan agradable. Tú sabes, los alfas tenemos necesidades.
El lobo de Jungkook rugió de furia.
¿Cómo se atreve? Mátalo, es nuestro omega. Jungkook frunció su ceño y marcó su mandíbula.
Jimin se llevó una mano al rostro para cubrir su nariz cuando el olor a molestia lo golpeó.
—Escúchame, imbécil —apretó los puños—. Debería avergonzarte expresarte de esa forma sobre los omegas —golpeó el mostrador—. Y deja de ser un idiota, estás aquí por trabajo, no para estar mirando a las parejas de otros alfas, mucho menos a mi omega marcado, enlazado y en cinta. Así que vuelve a decir algo más sobre él y te arranco la lengua, jodida mierda.
El pelinegro guardó silencio y se dedicó seguir cobrando. Al final, Jungkook pagó el dinero exacto porque se negaba a estar más tiempo en ese lugar.
Jimin salió de la tienda, con un Jungkook demasiado posesivo detrás de él, que mantenía una mano aferrada a su cintura. El alfa les enseñó los colmillos a aquellos que se atrevían a mirarlo más de lo necesario.
Cuando llegaron al auto del omega, Jimin tomó el antebrazo del mayor para acariciarlo.
—Mi héroe —molestó de manera juguetona. El mayor rodó los ojos ante su sarcasmo, pero de todos modos se inclinó para besarlo.
El mayor lo besó, ahí enfrente de todos para que supieran que él era suyo.
✧✦✧
Una semana después del incidente en la tienda de interiores, un Jimin muy cansado llegaba a su hogar.
Se recargó en la puerta cerrada mientras posaba una mano sobre su vientre abultado y con la otra secaba el sudor de su frente.
Hace semanas que había comenzado con unos ejercicios de yoga para omegas encinta, su madre lo acompañaba cada vez que iba, ya que, por lo general, Jungkook trabajaba bastante. Eso hacía que el omega se sintiera solo y abandonado, pero se olvidaba de todo eso cuando veía a su alfa cruzar por la puerta y luego ir directo a él para besarlo y luego besar su pancita.
Ahora solo tocaba esperar a que Jungkook llegara. Así que se encaminó a uno de los sofás en la sala de estar y tomó asiento con cuidado. Abriendo sus piernas para que su vientre no incomodara.
El alfa se burlaba a veces de él y su forma de sentarse, ahora tenía que tener sus piernas más abiertas y eso no le gustaba mucho.
"Escuchó una risa detrás de él.
—Pareces una ranita.
El omega se volteó indignado y miró a su amado con el ceño fruncido.
—¿Me acabas de llamar "rana"? —preguntó Jimin con un gruñido—. Te recuerdo que estoy así por tu culpa, tú pusiste a esta bebé en mí.
—Sí, una rana muy gruñona —señaló Jungkook, sin hacer caso a las quejas del rubio.
Terminó castigado por ese pequeño apodo. El alfa no la pasó bien esos días. Pero había aprendido a no llamar a su omega de ninguna forma que pudiera resultar ofensiva."
Jimin sonrió ante el recuerdo, suspiró. Extrañaba tanto a su alfa, ahora las horas se sentían más estando embarazado. Él necesitaba a Jungkook en cada momento del día.
Estaba quitándose las zapatillas deportivas con los pies cuando escuchó ruidos provenientes de la habitación principal, la habitación que compartía con su alfa.
Eso hizo que se levantara asustado. No recordaba que Jungkook le hubiera dicho que regresaría temprano, él lo sabría, lo recordaría.
Jadeó angustiado al pensar que alguien estaba dentro de su casa y llegó tan rápido como pudo hasta donde estaba su bolso, sacó su celular y presionó el número de su alfa, se lo llevó a la oreja.
Jimin se mordía nerviosamente el labio y acariciaba su estómago con protección.
Tan nervioso y asustado que no notó el ruido del celular que sonaba en la habitación.
Por suerte, Jungkook contestó a los segundos.
—Hola, amor...
—A-Alfa —tembló—. Creo que hay alguien en casa, ven rápido, por favor...
—¿Jimin? —preguntó preocupado—. Bebé, ¿dónde estás?
—Y-Yo... acabo de llegar a casa y e-escuché sonidos en la habitación —respondió bajito.
Las gotas de sudor frío resbalaban por sus sienes y él se mordió las uñas de los dedos debido a la ansiedad que estaba sintiendo en ese momento. Estaba en estado, había un desconocido en su hogar, ¿le haría daño? ¿Jungkook llegaría a tiempo? No podía correr, sus pies quemaban y su espalda dolía. Había comenzado a llorar de la impotencia.
De pronto, la risa de Jungkook llegó hasta sus oídos y su rostro se contrajo. Su omega se hizo bolita en su interior al no saber si su alfa estaba burlándose de él.
—¿Jungkook? —sonó temeroso.
—Espera un momento, cariño —no alcanzó a distinguir nada más.
Pero sus sentidos se pusieron alertas cuando escuchó que la puerta de su habitación fue abierta. Casi chilló al escuchar pasos fuertes y él buscó con la mirada cualquier cosa que lo ayudara a defenderse.
Su bebé, tenía que defender a su cachorra, no lo haría por él, lo haría por su hija. Maldito Jungkook que solo se reía de él.
Su lobo tomó todo el valor y el coraje que tenía para tomar con fuerza un jarrón de cristal que contenía girasoles, un regalo de su alfa.
Pero Jimin se quedó quieto cuando vio a la persona que bajaba las escaleras.
El rostro de Jungkook lo saludó alegre.
Se quedó pasmado durante algunos segundos, sin saber cómo reaccionar, sin embargo, Jimin se echó a llorar y no supo en qué momento el jarrón de cristal resbaló de sus manos temblorosas.
Lo único que vio Jungkook fue a su omega tambalearse hasta caer sentado en el sofá y los vidrios en el piso debajo de sus pies. Los girasoles yacían justo a un lado.
Su alfa jadeó y se apresuró a llegar hasta su omega, quien soltaba feromonas asustadas y olía claramente a miedo y desespero.
Cuando quiso tocarlo, se llevó un manotazo por parte del más bajo, quien lloraba e hipaba fuertemente.
Eres tan estúpido, alfa. Mira que asustar a tu omega embarazado.
—Jim...
—¡Eres un idiota, Jungkook! —gritó dolido—. ¡Pudiste llamarme para avisar!
Y los gritos de su omega lastimado estaban calando en su pecho, sentía el miedo de Jimin en su propio pecho. Se preguntaba porqué el omega no había sentido que también estaba en casa, él nunca quiso asustarlo.
—Amor... lo siento —susurró despacio—. Lo siento mucho, no pensé que...
—C-Creí que, creí que no eras tú —sollozó—. Pensé que había alguien más, s-solo pensé en la bebé, yo no... no quería que me lastimaran. Estaba tan asustado...
El rostro de Jungkook se contrajo con culpa.
—Ven aquí, omega —el pelinegro lo atrajo hasta su pecho, haciendo que Jimin se subiera a su regazo. Él lo abrazó por la cintura, cuidando de no aplastar su vientre—. No quise asustarte, mi ángel. Lo siento tanto, era una sorpresa para ti. Jamás dejaría que nadie les hiciera nada, sabes que mataría a cualquier que quisiera dañarte, a ti o a nuestra hija.
El alfa marcó al menor con su aroma, sintiendo como el cuerpo del rubio poco a poco dejaba de estar tan tenso y comenzaba a relajarse, aunque seguía temblando visiblemente.
—No vuelvas a hacer eso, Jungkook —pidió angustiado—. Esto no es un juego, estoy llevando a mi cachorra dentro, no puedo pasar por sustos como estos, lo sabes.
—Por supuesto, Jimin —asintió de inmediato—. Lo siento, fue muy idiota de mi parte. Perdóname, por favor.
El omega formó un pequeño puchero que Jungkook besó repetidas veces y luego retiró las lágrimas de sus parpados.
—¿No te lastimaste con los vidrios? ¿Tienes algún corte? —preguntó preocupado. Jimin negó suavemente con su cabeza.
—Estoy bien —lo miró con los ojos acuosos—. ¿Dijiste que era una sorpresa?
El alfa sonrió y tomó la mano de Jimin para besar sus nudillos.
—Tengo algo para ti, es por eso que he llegado temprano. Lamento lo del susto, eso no estaba planeado —sonrió triste.
—¿Puedo saber qué es la sorpresa?
Jungkook asintió, así que se levantó con cuidado y tomó por los muslos a su omega, quien se aferró a sus hombros para evitar caer.
El más alto estaba preparado para llevarlo, él tenía la fuerza necesaria que ocupaba un alfa para su omega y sus cachorros. Así que para Jungkook no fue tan difícil levantar a su pareja.
El ojimiel enterró el rostro en su cuello, llenándose los pulmones del aroma tan exquisito de café y bosque. El alfa subió las escaleras con cuidado hasta llegar a la habitación con la puerta cerrada.
—Cierra los ojos, omega —ordenó cariñosamente. El menor hizo lo pedido y el ojiverde se apresuró para abrir y ayudar a Jimin a entrar a la habitación.
Aquel lugar que olía a ellos, a café y almendras. Pero que comenzaba a tener un suave aroma a vainilla, olor a bebé. El omega de Jimin brincaba siempre con felicidad cuando notaba sus olores combinados, formando una esencia que lo mantenía calmado.
—Está bien, ya puedes abrirlos, Jim.
Entonces, parpadeó confundido, pero cuando miró con atención, su pecho se apretó.
La habitación que recordaba, ahora lucía distinta. Su cama grande ya no estaba en el centro de la habitación, ahora estaba pegada a la pared. Las mesitas de noche también estaban movidas.
Pero lo que más llamó su atención, fue el enorme colchón en una de las esquinas de la habitación, enfundado de sábanas blancas. Con mantas que se veían tan apetecibles al tacto y almohadones que lucían cómodos. Observó algunas camisas de Jungkook amontonadas en un rincón y los edredones que siempre utilizaba para dormir.
Un nido.
Su alfa le había hecho un nido.
Él miró aquel lugar, ese montoncito de telas suaves donde quería recostarse por siempre. Su omega interno se sintió tan alagado con aquel detalle que creyó que volvería a llorar.
Estaba conmocionado, feliz pero sorprendido. Él siempre quiso un nido, un lugar para él y para los cachorros que tuviera en un futuro. Algunos decían que los nidos ya no se utilizaban en la actualidad, pero él nunca dejó de querer uno para cuando llegara el momento.
Jungkook lo sabía, así que lo cumplió.
—Alfa, esto es... —ni siquiera podía hablar.
—¿Te gusta? Es todo tuyo, omega. Tu lugar y el de la bebé.
El alfa estaba observando el nido donde yacería su bonito omega en estado y después donde estaría su hija, estaba imaginando lo lindos que se verían cuando un cuerpo se aferró fuertemente a él.
Jimin abrazó la cintura de su alfa y pegó su mejilla a su pecho.
—Me encanta, Kook. Me gusta mucho, gracias, alfa.
—De nada, mi precioso omega —besó su cabello y olfateó—. Lucirás tan hermoso en tu nido, tan hermoso llevando a mi bebé.
Jungkook se agachó hasta quedar de rodillas y levantó la sudadera de Jimin, mirando maravillado la piel blanquecina. Besó su vientre.
—Hola, cachorra —saludó amoroso—. He preparado un nido para mamá y para ti. Tal vez no sabes lo que es un nido. Pero será el lugar donde estarás los primeros meses después de que nazcas. Mamá está muy emocionado, sigue portándote bien, mi vida.
Jimin sonreía feliz, escuchando como el alfa le hablaba con tanto cariño a su estómago. Él sentía la adoración de Jungkook en su pecho y el anhelo que tenía de ser padre. Él sabía que su alfa lo deseaba con todas sus fuerzas.
Entonces, el mayor guió a Jimin para que se recostara en el cúmulo de mantas y él se quedó al borde del colchón, mirando como su omega se regocijaba entre las sábanas perfumadas con su aroma.
Jimin notó como el alfa lo miraba desde arriba.
—Cariño, ¿por qué no te recuestas?
Jungkook solo señaló con la mirada el nido y ladeó su cabeza esperando.
—Oh, claro —recordó el más bajo—. Tienes mi permiso para entrar, alfa. Por favor recuéstate conmigo.
Jungkook asintió con su cabeza y se quitó los zapatos antes de entrar, se recostó detrás de Jimin, cuidando no aplastarlo. El alfa lo abrazó desde atrás.
—Te amo infinitamente, Jimin —susurró bajito. El ojimiel se llenó de gozo—. Tanto que a veces creo que es imposible que alguien ame de la misma forma en la que yo te amo a ti. Pero lo hago, estoy demasiado enamorado de ti.
—Yo te amo igual, alfa. Con cada parte de mí, hasta la más mínima —el omega tomó la mano de Jungkook para llevarla a su vientre bajo cuando sintió un tirón—. Mejor dicho, te amamos.
Ambos sintieron a su cachorra moverse y Jimin sabía que sería una niña muy inquieta.
El pelinegro solo pudo sentir su pecho inflarse al saber que su omega estaba cómodo y feliz.
✧✦✧
Octavo mes.
—¿Por qué no puedo acompañarte? —preguntó el omega por enésima vez.
—Byungmin dice que es peligroso para ti —respondió sin mirarlo—. Y yo pienso lo mismo, ya tienes ocho meses, Jimin. Debo cuidar de ambos, no pienso dejar que vayas.
El omega se cruzó de brazos, sentado sobre su nido.
—Yo sé lo que es peligroso para mi cachorra, por favor déjame ir contigo —lloriqueó.
Jungkook negó con su cabeza.
—He dicho que no y es mi última palabra, ¿entendido?
Jimin agachó su cabeza y murmuró un pequeño asentimiento antes de recostarse en su nido y tratar de dormir mientras su alfa seguía trabajando sobre el escritorio.
—Voy a extrañarte mucho, alfa —pegó su mejilla al pecho del mayor.
Jungkook lo envolvió entre sus brazos, marcándolo con su aroma.
—También te extrañaré, amor. Pero solo son dos días, Gyuri vendrá aquí para hacerte compañía mientras estoy lejos.
Jimin asintió y se despegó de Jungkook para mirarlo a los ojos y luego tomarlo de la nuca para obligarlo a inclinarse, juntó sus labios con los del alfa en un beso húmedo por las lágrimas.
El pelinegro quiso tomar todo de Jimin en ese momento, deseaba poder llevarlo con él. Pero no quería arriesgarse a que su embarazo se complicara en el vuelo.
Cuando se separaron, el alfa suspiró triste antes de hablar.
—Sé un buen omega y cuida de nuestra hija, volveré en unos días —besó su frente—. Come y duerme bien, no olvides tus vitaminas, si necesitas algo recuerda pedírselo a tu madre y si ocurre cualquier cosa no olvides llamarme, a la hora que sea, voy a responder.
—Por supuesto, alfa —sonrió, un poco decaído.
—Tú también come bien y duerme bien, espero que todo salga de maravilla en la junta —el omega besó su mandíbula marcada—. Y pórtate bien, recuerda que tienes un omega esperándote en casa.
El alfa sonrió en grande, mostrando sus dientitos. Dio un último beso a aquella linda marca que adornaba el cuello de Jimin.
—Nunca podría olvidarme de eso, te amo.
—Te amo más, cariño.
Jungkook se agachó hasta quedar a la altura de su vientre y suspiró.
—Ojalá pudiera llevarte a ti y a mamá conmigo, sol. Pero es peligroso, espero que lo entiendas. Papá vendrá pronto, sé buena con mami Jim, cachorra. Te amo.
Y con eso, el alfa salió por la puerta no sin darle una significativa mirada a su omega.
Jimin sintió como su pecho se apretaba, y realmente no supo si eran sus propias emociones o las de Jungkook, pero sabía que ambos sentían tristeza al alejarse.
No importa que fueran pocas horas, él necesitaba mucho a su alfa en esos momentos. Y siempre, de hecho.
Jungkook tuvo que viajar a Berlín junto a Byungmin para una importante junta que tendrían con unos inversionistas alemanes. Jimin se molestó con su padre, exclamando que no podía llevarse a Jungkook justo ahora.
Al final, una solo mirada del alfa bastó para que cerrara la boca y se sentara para tranquilizarse. Le explicó que Jungkook estaría solo dos días en Alemania, porque Byungmin se quedaría más tiempo, él consideró que su hijo estaba embarazado y no podía alejarlo de su alfa mucho tiempo.
Terminó aceptando, no tan conforme como querían todos.
Y ahora estaba ahí, sentado en la sala de estar mientras miraba una película para distraerse, con una de las camisas de su alfa vistiéndolo.
Hace unas horas que su alfa había salido al aeropuerto, Jungkook le mandó un mensaje avisando que habían aterrizado en la ciudad y justo estaban camino al hotel donde se quedarían.
Ambos se desearon lo mejor y después Jimin dejó su celular para buscar algo con qué entretenerse. Su madre había ido al supermercado para comprar lo que hacía falta.
Y bueno, se dedicó lo que restó del día a realizar sus ejercicios en casa, mirar películas y ayudar a su madre con lo que podía.
Gyuri durmió en la habitación de invitados y Jimin, él durmió en un nido que se sintió extrañamente grande para él solo.
Su celular sonó en la cocina y caminó lo más rápido que podía para saber si era su alfa. Ya era un día después de que Jungkook se había ido, estaba siendo un sábado tranquilo y aburrido.
Sonrió alegre cuando supo que se trataba de su pareja.
—¡Alfa! —llamó emocionado cuando contestó.
Escuchó su suave risa y su omega se agitó en su interior.
—Hola, mi ángel —saludó—. ¿Cómo están las cosas por allá? ¿Te has sentido mal?
—No, alfa. Todo bien por aquí, la bebé y yo estamos bien —Jimin acarició su vientre, con el celular en la oreja—. ¿Cómo estás tú?
—Estoy bien, en unos minutos comienza la junta y decidí llamarte antes —respondió—. Ojalá pudieras conocer Berlín, es una ciudad hermosa, después de que la bebé nazca los traeré aquí.
Jimin sonrió travieso y se mordió el labio antes de soltar lo que estaba pensando.
—¿Entonces es una ciudad hermosa? ¿Cómo son los alfas alemanes? ¿Mejores que los de Londres? —preguntó fingiendo curiosidad.
Supo que había logrado su cometido cuando escuchó un suave bufido por parte de Jungkook.
Pero el alfa decidió seguirle su juego.
—No me he fijado en los alfas —dijo simple—. Pero puedo decirte cómo son los omegas de aquí.
Jimin se quedó perplejo al escucharlo y parpadeó.
Pero se recompuso de inmediato.
—No me van los omegas, prefiero las pollas grandes —Jungkook gruñó bajo—. En especial la tuya, alfa.
—Por supuesto, y yo sigo prefiriendo tu culo —Jeon sonrió—. Ojalá pudieras ver como te ves siendo anudado por mí, por tu alfa.
Jimin se mordió el labio.
—Ojalá estuvieras aquí para follarme, lástima por ti, cariño.
—¡Jimin! ¡Estoy escuchando, jovencito! —el grito de su mamá lo hizo sonrojarse furiosamente.
—¡Lo siento, mamá!
Escuchó la risa de Jungkook a través del celular.
—Mejor me voy antes de que tengamos sexo telefónico, no quiero llegar a la junta con una erección, menos si no estás aquí para hacer algo —el omega sonrió al escucharlo—. Dile a mi sol que la amo, y dile a Gyuri que la quiero también.
—Claro, alfa. Les diré a ambas —confirmó Jimin—. Te amo, Jungkook.
—Te amo, Jimin.
✧✦✧
Noveno mes.
Estaba ocurriendo.
Estaba pasando y Jungkook sudaba de los nervios mientras escuchaba los quejidos de su omega.
—Mierda, mierda —exclamó Jimin—. ¡Mierda, esto duele!
Jungkook tomó la pañalera que habían preparado hace una semanas y se la colgó en su hombro.
—¡Alfa! —gritó—. ¡Carajo, Jungkook! N-No puedo.
El alfa cargó a su omega, quien estaba recargado en la pared del baño.
Resulta que Jimin se había levantado para ir a orinar cuando tuvo un dolor en su vientre y luego sintió el líquido resbalar por sus muslos desnudos.
Había roto fuente. Era hora.
Él llamó a su alfa angustiado, quien despertó agitado y cuando se dio cuenta de la situación, tomó las cosas que tenían preparadas.
No supo en qué momento, pues sentía los nervios a flor de piel, pero logró poner a su omega sobre el asiento trasero de la camioneta.
Jimin sentía los tirones en su vientre y el cabello se le pegaba a la frente, acariciaba su estómago como si eso pudiera calmar los dolores y se quejaba en voz alta.
Afortunadamente, Jungkook logró llegar al hospital y se estacionó como pudo, abriendo la puerta de la parte trasera para poder sacar a Jimin de ahí.
—Shh, tranquilo, amor. Va a pasar, estaremos bien —balbuceó el alfa, cargando a Jimin mientras entraba al lugar.
—L-La mordida, a-arde...
Las enfermeras se dieron cuenta de la situación y se apresuraron a traer una camilla para el omega que suspiraba y trataba de regularizar su respiración, haciendo muecas cada vez que sentía dolor.
Jungkook no pudo curar la marca que ardía en el cuello de su omega, porque fue arrebatado de sus brazos.
Algunas omegas y betas lo ayudaron a recostarse en la camilla.
Un beta alto de cabello rubio y gafas se acercó hasta él.
—Necesito que acompañe a su omega, señor...
—Jeon —respondió nervioso.
—Señor Jeon, lo necesito en la sala de parto, pero antes debe cambiarse de ropa, acompáñeme por favor.
✧✦✧
Jungkook entró al lugar vistiendo ropa quirúrgica, un traje completo de color azul, mascarilla, gorro y guantes del mismo color.
Vio a su omega lloroso, recostado sobre la camilla, con su vientre al descubierto y una manta cubriendo sus muslos desnudos. Se apresuró a llegar hasta él, quitando el cabello sudado de su frente.
—A-Alfa...
—Tranquilo, ángel. Ya estoy aquí —besó su frente.
Los médicos pusieron una cortinilla que impedía ver a la pareja la cesárea que le realizarían al omega. Ya lo habían anestesiado desde el tórax hasta los pies, es por eso que Jimin había dejado de sentir dolor y ahora se encontraba mareado.
—La... La bebé, Jungkook —dijo confundido.
—Todo estará bien, amor. La bebé estará bien, tú estarás bien, ya verás —el alfa besó su mejilla múltiples veces, logrando calmar a su omega, quien se relajó con el gesto y cerró sus ojos.
Su alfa se mantuvo a su lado, tomando su mano y apretando fuertemente para brindarle seguridad. Besó y lamió la mordida en varias ocasiones.
Hasta que el tiempo comenzó a pasar y los susurros suaves fueron interrumpidos por un llanto estruendoso.
Un llanto fuerte que hizo a Jungkook y Jimin ponerse alertas. Fue como si el tiempo se hubiese detenido porque no escuchaban nada más, tan solo ese llanto que había hecho reaccionar a sus lobos.
El omega de Jimin lloró de amor y felicidad al escuchar a su cachorra. Y Jungkook, quien se mantuvo sentado, se levantó para mirar el pequeño cuerpecito siendo limpiado por una enfermera.
Su pecho se infló y miró maravillado a su pequeño solecito que se movía, quejándose entre los brazos de la beta.
Ella miró a Jungkook y se acercó hasta él para tenderle a la bebé, envuelta en una manta de color rosa pálido.
El alfa, quien seguía en estado de shock, estiró sus brazos, sin saber exactamente cómo hacerlo y tomó cuidadosamente a la niña, cuidando de no hacerle daño.
Las lágrimas no tardaron en salir, bajando por sus mejillas hasta perderse en la suave tela que envolvía el pequeño cuerpecito cálido. Jungkook creyó que no había visto nada más hermoso en su vida además de Jimin, pero cuando sostuvo a su hija fue como volver a respirar. Supo lo que era amor verdadero en un instante, un amor profundo, combinado con protección, seguridad y felicidad.
—Hola, cachorra —sonrió en grande, con las lágrimas acumulándose en sus orbes—. Soy papá, estoy tan feliz de que estés aquí, te amo tanto.
Jungkook bajó la mascarilla que cubría la mitad de su cara y besó las mejillas redondeadas de la pequeña, quien abría su boca y cerraba los ojos con fuerza.
—Hay alguien que desea conocerte, mi vida. Saluda a mamá.
El alfa se dio la vuelta y observó a su omega, quien los miraba cansado, pero con una sonrisa en su rostro. La niña fue acercada a Jimin y él estiró sus brazos para poder sostenerla, con ayuda de Jungkook, fue recostada sobre su pecho.
El pelinegro miró con devoción a su pequeña familia, su alfa interno aullaba de emoción al ver aquella imagen con la que tanto había soñado.
—Alfa... —llamó el omega, quería a Jungkook más cerca de él. El ojiverde volvió a tomar asiento a su lado, olfateando la cabecita de su hija, siendo cubierta por suaves y finos cabellos color chocolate, deleitándose con el olor a vainilla—. Es tan pequeña, Kook —el menor besó sus sienes—. Mírala, alfa. Mi bebé, tan pequeña y linda.
—Tu bebé, omega —confirmó, besando su hombro descubierto.
Vieron como la pequeña se removía inquieta sobre el pecho de su madre, con sus manitas formando puñitos. La bebé abrió su boca, soltando suaves lloriqueos, hasta que encontró el pezón de Jimin y comenzó a succionar, calmándose de inmediato.
Eso sacó una pequeña risa por parte de los nuevos padres. Quienes se miraron a los ojos, confesándose los mejores y más bellos sentimientos.
Ambos sintieron el amor puro y sincero que sentía el otro, hasta que Jungkook cortó el momento para besar los suaves labios de su pareja.
—Mío —murmuró sobre sus labios, besó también la pequeña cabecita—. Míos.
✧✦✧
Un mes después.
Para el omega, no habían palabras para describir los pequeños momentos que vivían desde hace un mes, como ese que estaba presenciando ahora.
Su pequeña estaba soltando risas suaves al sentir las cosquillas que Jungkook hacía sobre su estómago cubierto y sobre sus piecitos. Llevaba un trajecito color amarillo pastel.
El alfa besaba ruidosamente su pancita y luego levantaba sus piecitos, enfundados por calcetines blancos para besarlos también, haciendo que Jia soltara risitas.
Jimin descansaba cómodamente sobre su nido, siendo testigo del momento que estaban viviendo su cachorra y su alfa.
Jungkook comenzó a tomar suavemente sus bracitos para moverlos ligeramente y después hizo lo mismo con sus piernitas. Eran ejercicios de estimulación, que servirían para el desarrollo de la bebé.
—¿Siempre quisiste ser papá? —preguntó Jimin, mirando embobado a su alfa.
Fue testigo del amor y el anhelo del pelinegro durante su embarazo, pero terminó por confirmarlo al observar a su cachorra tan cómoda con su padre.
—No sabía que lo deseaba tanto hasta que me enamoré de ti y lo único que imaginaba era a ti, llevando mis bebés, formando juntos nuestra familia.
"—Un día llegué a sentir que tocaba el universo. Parecía tan lejano, pero se sintió muy real.
—¿Cómo lo hiciste?
—Besé los lunares tu madre.
...
—Papi, tienes un cuadro de mamá.
—Lo tengo.
—¿Por qué?
—Tu madre es muy hermoso como para no tener su rostro colgado en lo más alto, justo como una galería."
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